viernes, 24 de octubre de 2014

Segunda parte: ¿El jugo vale la exprimida?


Regla, siempre alguien te va a hacer una pregunta metafórica que te va a cagar la cabeza, en algún momento de tu vida. Yo lo sé…
Un día estas por cumplir treinta, tus amigos organizan sus vidas. Algunos por suerte y otros por ser atrapados, todos en algún momento caeremos en esa trampa, sábelo. Te preguntas ¿Qué onda eso? (¿Cómo será?) te surge un poco de curiosidad. Es una señal de que a tu pequeño aventurero nómada de la vida se le está acabando la nafta, campeón.
Haces la tuya, como siempre, evitando lo patético de los casamenteros. Mientras intestas sobrevivir en el campo minado de la vida donde todos te hacen creer que estas más que equivocado y evitando que el bondi (ómnibus) no te te convierta en energumeno que quiere diezmar la raza humana cuando se llena, aunque haya un amigo escuchando música fuerte sin auriculares, haya olores y estas apurado por llegar porque sos otro esclavo mas del reloj, otro boludo atrapado en una rutina diaria, asfixiante, como entrar al baño después de un vegano.
Un día conoces a una chica, salís un par de veces y te hace sentir bien como cuando gana tu equipo 4 a 0 un domingo o como cuando comes muy rico y paga otro. Porque los hombres somos básicos, pero nunca hay que admitirlo. Primero solo la vez los fines de semana, en realidad viernes y sábado porque el domingo es sagrado para ver a tu equipo de futbol y comer con la familia.
El santo grial de todo hombre soltero, una mina que esta buena a tus ojos y con los pechos justos para el tamaño de nuestras manos, a algunos esos les importa. A otros que tenga un mejor ir que venir, porque claro, somos animales básicos. Si ellas nos preguntan qué fue lo primero que les vimos, contestamos “los ojos” y que lo importante es lo de adentro, porque es lo correcto y en cambio decir la verdad haría que te miren con una cara de “no me vas a cojer nunca salame”. Así de simples somos los hombres los primeros días, básicos y sexuales. Después llega lo otro, lo que tal vez es de verdad.
Un día comenzase a notar las cosas malas, producto de que empezaste a pasar más tiempo con ella y salir de ese estado idílico donde crees que es perfecta. Te pregunta cuándo va a conocer a tu familia o en su defecto a su equivalente social, tus amigos casados con hijos. ¿Por qué? Porque con esos debe establecer lazos.
Comienza a volverse un problema perder tu libertad, te sentís invadido y sospechas que oculta algo, lo sabes y no sabes que es. Por cómo se maneja, con su tiempo libre donde no sabes dónde está y evita ciertos temas. Usa la psicología de la culpa o de que es rara, para engatusarte.
Pero aun así, digamos sos aparentemente feliz. Hasta que tomando una cerveza en Antares (un bar) ese amigo mala onda o que siempre tiene una frase para tirar te dice después de una charla sobre ella donde vos le platicas de tus incertidumbres.
- ¿El jugo vale la exprimida? – sencillo, metafórico y letal para cagarte la cabeza -.
Primero como tomaste de mas, pensas que está hablando de las tetas de tu chica y estas a punto de violentarte contra él. Hasta que caes de qué habla, del sentido más choto (jodido) de la metáfora. Tu cabeza empieza a carburar, maquinar a mil kilómetros por hora de conjeturas y a hacer evaluaciones.
Ahí es cuando en tu cabeza detona una bomba nuclear con una onda expansiva que genera la necesidad de saber la verdad. No importa qué, pero hay algo atrás. Mientras seguís la vida, pero ya no la miras igual. Siguen teniendo la misma vida social.
Pero comienzas a notar todo lo sospechoso, lo que pensabas que era lo que debías aguantar de la otra persona, porque es parte de su personalidad. Dejas de mentirte y te vuelves honesto con vos mismo. Te esta cagando, entonces un amigo te suelta la frase “el que busca encuentra, sábelo capo”.
Todo termina en uno de esos quilombos (líos y cosa gorda) tremendo con un montón de involucrados por ambos lados y finalizas sintiéndote como un cachorro que fue arrollado. Pero con el tiempo te das cuenta que fuiste un ganso (un tonto) y que desde lejos el amor te ciega y te hace quedar como un pelotudo, como el tío borracho cuando hace sus gracias en la fiesta de navidad o año nuevo.
Cuando lo superas soles sentir lástima por la otra persona, por lo patético de todo el asunto y vergüenza de haber sido tan ciego en algo tan claro.

- ¿Cuál es la moraleja? – pregunto Emilio y pidió otra pinta de cerveza -.
- Que el amor es como un vendedor de autos usados, siempre te esta cagando con esa oferta. Omite esos pequeños detalles que después tenes que fumarte o padecer cuando empiezas a andar en el.
- Esa metáfora no me gusto.

- El amor es como las vacas, a todos les gustan y les parecen lindos animalitos. Algunos quieren protegerlas y otras las devoran, además hacen con sus cueros camperas que se ponen… para exhibirse.


No hay comentarios:

Publicar un comentario